La consigna fue precisa: cómo ser dueño la vivienda propia en Argentina. Juan Manuel Tapiola, empresario del sector, CEO de la desarrolladora Spazios y autor del libro “Cómo ser dueño en Argentina y no morir en el intento”, ordenó una respuesta con método y con números.
Planteó que la primera barrera no es económica sino mental. Sostuvo que una porción amplia de la población asume que nunca llegará a comprar y que esa creencia bloquea cualquier intento de planificación. “Podés ser dueño hoy, incluso sin crédito hipotecario”, afirmó en el streaming de Ladrillo.Info, con la conducción de Federico Miqueo. Desde ahí delineó caminos de acceso, criterios de precio, zonas y un enfoque regulatorio.
La barrera inicial y el objetivo de largo plazo
Tapiola ubicó el punto de partida en una decisión personal: derribar la idea de imposibilidad y fijar la casa propia como objetivo a 20 años. En ese marco, definió cuándo se es dueño. Con escritura e hipoteca, dijo, la propiedad se mantiene mientras el deudor cumpla el contrato, porque el banco no puede disponer del bien de forma unilateral. La misma regla marcó para el pozo: la titularidad avanza de acuerdo con el plan firmado y la entrega prevista.
Vinculó el debate con un factor demográfico y social: la vejez sin techo propio. Señaló que una jubilación baja no cubre alquiler y gastos básicos en forma simultánea y que la vivienda propia cambia por completo esa ecuación. Por eso apuntó a públicos de 20, 30 y 40 años, con énfasis en ordenar cuentas, mejorar ingresos si hace falta y elegir un programa de acceso realista.
CAC vs IPC y flujos en pesos
El otro eje fue el ajuste de cuotas. Tapiola defendió la indexación por el índice de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC), que mide la variación de materiales y mano de obra. Explicó que esa referencia calza con ingresos en pesos que siguen la inflación y, a la vez, con los costos de obra que las constructoras pagan en la misma moneda. Presentó un dato comparativo: desde la asunción de Javier Milei, el CAC subió cerca de 150% y el IPC alrededor de 200%. Con ese encuadre, quien ingresó a un plan al pozo enfrentó un incremento menor al de la inflación general y menor al de un crédito atado a UVA.

A una objeción frecuente —“qué pasa si el CAC sube y el sueldo no”— respondió con una relación de base: si el CAC acelera, la inflación también y, en general, los ingresos acompañan. Aclaró que no existe un ajuste perfecto, pero afirmó que el desvío luce acotado frente a esquemas que corren por fuera de la dinámica de precios local.
Propiedad puente y esquema de pago
El autor propuso achicar la meta del primer paso para acortar tiempos de acceso. Llamó a esa estrategia “propiedad puente”: un monoambiente o un dos ambientes en lugar del cuatro ambientes definitivo. Sostuvo que muchas familias quedan atrapadas en una aspiración lejana y prolongan años de alquiler. Con la propiedad puente, el objetivo se vuelve alcanzable y el capital propio empieza a formarse.
Sumó casos concretos. Una familia de Belgrano bajó de un cuatro ambientes alquilado a un dos ambientes en el mismo edificio, redujo alquiler y expensas y liberó flujo para un plan al pozo. Una pareja de venezolanos ingresó con un anticipo bajo y una cuota moderada y reorganizó consumos para priorizar la compra.
Luego describió el esquema que su empresa ofrece con la idea de “bajar barreras”. Detalló anticipos pagaderos en hasta cuatro años, con estructuras de hasta 360 cuotas y tres etapas: una “cuota tarjeta” más baja durante los primeros 12 meses, luego una “cuota alquiler” para convivir con el pago del arrendamiento y, tras la posesión, una tercera cuota. Ubicó anticipos desde montos reducidos, siempre en pesos y con actualización por CAC. El concepto de fondo fue adelantar la decisión: entrar antes al sistema, financiar el anticipo en el tiempo y sostener un flujo compatible con el ingreso mensual.
Agregó una guía operativa en cuatro pasos:
- Eliminar la barrera mental.
 - Recorrer las alternativas disponibles: crédito hipotecario, pozo y planes de ahorro.
 - Conocer los números propios con precisión.
 - Ejecutar el plan elegido.
 
Señaló que, cuando alguien toma la decisión y firma, la red familiar y el entorno suelen colaborar con aportes puntuales que aceleran el proceso.
Zonas, rentabilidad y reglas para construir
La conversación avanzó sobre mercados. Tapiola señaló que Villa Real lidera la rentabilidad dentro de la Ciudad de Buenos Aires según la relación alquiler sobre precio de compra. No ofreció una causalidad cerrada, pero destacó la métrica. Propuso separar objetivos: vanidad o ganancia. Para retorno, sugirió mirar GBA cercano y localidades con alquileres más firmes.
Mencionó tasas de 8 a 10% anual en Caseros, Santos Lugares, Avellaneda, Lanús o Florida, frente a rendimientos de 3 a 4% en barrios premium de CABA como Núñez, Palermo o Recoleta. Frente al argumento de la capitalización en zonas top, planteó que la suba del alquiler empuja el valor del activo también en mercados periféricos, por lo que el diferencial de rentabilidad no desaparece por sí solo.
Sobre producto, afirmó que la mayor parte de sus clientes inicia con unidades chicas. Ese primer escalón permite sostener la cuota, construir ahorro y planificar el salto a tipologías mayores.
En materia de oferta, pidió reglas que habiliten más m2 y más suelo edificable. Planteó que límites de altura y trabas de uso encarecen la tierra y, por arrastre, el precio final de los departamentos. Señaló ejemplos de corredores ferroviarios con frentes ociosos y estaciones con inversión elevada rodeadas por baja densidad. Sostuvo que una desregulación selectiva, con más altura donde exista infraestructura y celeridad judicial en conflictos de obra, ampliaría la oferta sin exigir recursos extra al fisco. En su planteo, más m2 sobre el mismo lote reduce el costo de tierra por unidad y abre la puerta a precios de venta más bajos.
También ubicó la burocracia como un costo relevante. Recordó proyectos con años de freno judicial que, con un proceso más ágil, podrían haber sumado miles de viviendas a la oferta. Ligó ese punto con su capítulo final del libro, “Sociedad de dueños”, donde argumenta que una mayor tasa de propiedad mejora márgenes de libertad y estabilidad patrimonial.
Precio, estrategia y demanda
Tapiola recomendó a desarrolladores, inmobiliarias y propietarios ajustar el valor de lista desde el inicio para no “correr atrás” del mercado. Ligó esa práctica con un contexto de ingresos en pesos, crédito bancario restringido y tasas altas. En ese marco, sostuvo que la demanda responde a precios consistentes y que la elasticidad se nota en el cierre efectivo, no solo en la cantidad de visitas. Para inversores, recordó que un departamento puede cumplir objetivos distintos: renta, resguardo en m2 o visibilidad de marca personal. Para cada fin, dijo, convienen zonas distintas y horizontes de tiempo diferentes.

Volvió, además, sobre una definición que suele dividir opiniones: el inquilino de largo plazo como identidad permanente. Cuestionó esa lógica. Dijo que los contratos con restricciones de uso —ni un clavo en la pared—, sumados a mudanzas frecuentes, agregan costos materiales y fricciones. En su enfoque, la compra convierte el alquiler en tránsito y no en destino.
Cierre: decidir, planificar y sostener
El tramo final apuntó a quienes intentan el primer paso. Tapiola pidió decidir con un plan y no con una consigna abstracta. Planteó revisar ingresos, sumar horas o cambiar de empleo si mejora el flujo, ordenar el presupuesto y elegir un programa de acceso acorde a esa capacidad. Recomendó empezar con una unidad chica como propiedad puente y usar las reglas del CAC para que la cuota se mueva con los ingresos. Ubicó los anticipos en un cronograma de hasta cuatro años y las cuotas en plazos extensos para reducir la barrera de entrada.
Con esa estructura, afirmó, más familias ya pasaron de la intención a la escritura. Sostuvo que su empresa registró más de 4.000 “primeros dueños” con esa lógica y que el recorrido se acelera cuando el objetivo deja de ser una expectativa y se convierte en un contrato con fechas, montos y reglas claras.