En el mercado inmobiliario, donde el 20% de los corredores concentra el 65% de las transacciones, cada instancia con un potencial comprador adquiere relevancia. La visita a un inmueble no solo permite recorrer la vivienda, también funciona como carta de presentación del corredor, que debe transmitir información clara, confianza y profesionalismo.
Los especialistas señalan que la diferencia puede estar en detalles previos, como la entrega de una carpeta con información sobre la propiedad, el barrio y una comparativa con otras unidades de la zona. Este tipo de material permite al comprador comprender mejor el valor del inmueble y ayuda al inmobiliario a iniciar el vínculo con el pie derecho.
El trabajo previo resulta clave: responder de manera rápida a las consultas y preparar la vivienda antes de la visita mejora la percepción del cliente. El día del encuentro, se recomienda llegar con antelación, acondicionar los ambientes y facilitar la información de forma ordenada. Los corredores más experimentados sugieren dar al comprador un tiempo inicial para recorrer por su cuenta, pero estar atentos a responder dudas y resaltar aspectos positivos frente a posibles objeciones.
El seguimiento es clave
Una vez concluida la visita, el seguimiento es tan importante como la presentación inicial. El contacto dentro de los días posteriores permite reforzar la información brindada, resolver consultas pendientes y mostrar disponibilidad. En este punto, la sutileza y la rapidez de respuesta marcan la diferencia: insistir demasiado puede ser contraproducente, pero no dar señales de continuidad también debilita la relación.
En un contexto con más de 100.000 propiedades publicadas en la Ciudad de Buenos Aires y solo unas 5.000 operaciones mensuales, los corredores coinciden en que la preparación, la empatía y la capacitación constante son herramientas fundamentales para destacarse. La profesionalización del sector y la incorporación de estrategias de comunicación —incluidas redes sociales— aparecen como recursos cada vez más necesarios para consolidar la confianza del comprador.
Claves adicionales para una visita exitosa
- Escucha activa: más que hablar sin parar, un buen inmobiliario pregunta y presta atención a las reacciones del comprador para entender qué busca.
- Manejo de silencios: dosificar la información y dejar momentos de pausa ayuda a que la persona se imagine viviendo en el lugar.
- Diferenciar según el tipo de propiedad: en un departamento, conviene resaltar la percepción del espacio, las vistas o los balcones; en una casa, el estado de los exteriores suele ser decisivo.
- Detectar señales de interés real: los especialistas advierten que una visita en domingo o en días de lluvia suele anticipar compradores más decididos.
- Generar un ambiente agradable: evitar conversaciones sobre política, religión o fútbol y mantener un clima distendido puede ser tan importante como la descripción del inmueble.
Como prepapar el inmueble
Según el experto inmobiliario Lisandro Cuello, la preparación previa marca la diferencia: “La confianza empieza antes de la visita. Buena presencia, puntualidad y transparencia son básicos. Si el cliente siente que lo escuchás y que no vas a empujarlo a comprar cualquier cosa, llegás con ventaja”.

Para Cuello, la despersonalización del inmueble también es clave: “Cuanto más neutral esté el ambiente, más fácil será que el comprador proyecte su propia vida allí. Un lugar limpio, ordenado y sin objetos personales vende solo”. A eso suma la importancia de la iluminación, la ventilación y los detalles sensoriales: aromas agradables, música tenue o un café servido en el living pueden generar una experiencia más cercana.
La arquitecta y especialista en Real Estate Mariana Lucángeli coincide en que la primera impresión condiciona la decisión: “Los primeros segundos son cruciales. Abrir cortinas, ventilar y mostrar un espacio cuidado transmite seguridad y profesionalismo. El inmobiliario debe conocer la propiedad más que nadie y estar preparado para resaltar lo positivo y responder sobre lo que puede jugar en contra”.
Lucángeli también destaca la importancia de guiar sin presionar: “El recorrido debe ser lógico, pero el comprador tiene que sentirse libre de tocar, preguntar y recorrer. La presión mata la venta. Un inmobiliario sólido es el que sabe escuchar, maneja silencios y dosifica la información”.
Entre los consejos más valorados en el sector aparecen además: asesorar al dueño para que no intervenga en la visita —ya que puede incomodar al potencial comprador—, diferenciar estrategias entre casas y departamentos, y generar urgencia sin sonar insistente. “Un buen inmobiliario es honesto: señala defectos, propone soluciones y ayuda a imaginar cómo sería la vida en ese espacio. Esa transparencia genera confianza”, concluye Cuello.