El nombre de Damián Manusovich resuena en el fútbol argentino, con pasos por Atlanta, Vélez, San Lorenzo y un cierre de carrera en el Elche de España. Pero su historia no terminó con el retiro profesional. En una entrevista en el streaming Ladrillo.Info, conducido por Federico Miqueo, repasó su transición hacia el desarrollo inmobiliario, su vínculo con la gastronomía y su apuesta por transformar barrios con una visión urbana que, asegura, se volvió tan fuerte como el fútbol.
“Desde que dejé el fútbol, hace más de 25 años, me dedico al desarrollo urbano. También a la gastronomía. Me gusta hacer cosas”, resumió Manusovich, quien dirige MMCB, una compañía con múltiples proyectos activos en la ciudad de Buenos Aires, el Gran Buenos Aires y también en el exterior.
De San Lorenzo a los primeros dúplex
Nacido en 1973, comenzó a estudiar Ciencias Económicas mientras jugaba. El cambio de país para sumarse al Elche interrumpió esa etapa académica, pero no las inquietudes: “Ya proyectaba. Con amigos y familia hicimos nuestros primeros dúplex. Aprendí mucho, a veces equivocándome”.
Tras su retiro en 2002 y en plena crisis argentina, decidió regresar desde España. “Extrañaba. También sentí que era un buen momento para invertir. Intuía que la curva económica local se revertía. Vi oportunidad donde otros veían incertidumbre”, sostuvo.
Villa Devoto fue su punto de partida. “No por Diego Armando Maradona (ligado a esta zona proxima con la Avenida General Paz, porque allí el astro del fútbol le compró su primera propiedad a los padres y además vivió en este trazado porteño) ni por mística futbolera: es mi barrio, viví ahí. Crecí en Versalles, Floresta, Monte Castro. Esas cuadras marcaron mis primeros pasos y los de mis amigos, como Cristian Bassedas. Todo arrancó con un bar en la esquina de Habana y Concordia. No buscábamos rentabilidad. Solo queríamos un lugar de encuentro. Con el tiempo, entendí que también era un emprendimiento”.
Aprendizaje, vínculos y el concepto de ciudad cercana
Ese bar se convirtió en una escuela para entender cómo habilitar, comercializar y proyectar. “Fue aprendizaje puro. Hoy muchos de los que participaron siguen en el equipo. Hay relaciones que se volvieron vínculos difíciles de etiquetar: amigos, socios, colaboradores. Lo que siempre prevaleció fue el respeto”, dijo el actual panelista de ESPN, en donde analiza el fútbol moderno nacional como internacional.
En sus desarrollos, Manusovich impulsa la idea de la ciudad de 15 minutos: vivir, trabajar, estudiar y abastecerse en cercanía. “La gente responde a esa lógica. Aporta seguridad, convivencia y calidad de vida. Cuando hay locales gastronómicos o comerciales en planta baja, ese zócalo se habita. Eso genera comunidad”.
Cree que los edificios sin uso comercial generan veredas apagadas. “Me interesa que abajo haya vida. Panaderías, cafés, restaurantes. El vecino se cruza con el otro. Eso es urbanidad real”.
El salto fuera de la General Paz
Su grupo desarrollador extendió sus proyectos más allá de CABA. “Después de Devoto vino la expansión. Lo que más me atrae es transformar espacios. Ver cómo una zona toma otra forma. Eso me mueve”.
Desde entonces, lidera iniciativas en Nordelta, la Costa Atlántica, Chacarita, San Martín, Puertos de Escobar, Colegiales, Uruguay y Cañuelas. “Cada lugar tiene su complejidad, pero me interesan los desafíos. Detectar oportunidades y pensar cómo generar valor urbano”.
De hecho, una zona en expansión en donde conviven más de 20 proyectos de diferentes desarrolladoras, incluída la de Manusovich, es la parte que une Villa Devoto con Villa Lynch del lado de provincia.
Barreras normativas y visión de largo plazo
Uno de los obstáculos que más destaca es la burocracia. El Ruso, como es apodado en el ámbito futbolístico, dijo: “El mayor problema es aprobar planos. Debería ser un proceso transparente y eficiente. Es lo que más incertidumbre genera. La rentabilidad puede calcularse, los plazos constructivos también. Pero nadie puede anticipar cuánto tiempo lleva un expediente”.
Asegura que la solución no pasa por la visibilidad pública. “Ya lo hicimos muchas veces, conocemos el camino. No depende de quién seas. Es un problema estructural. No debería funcionar así. Si el Estado quiere inversión, debería facilitarla, no entorpecerla”.

En esa línea, remarcó que cada municipio tiene su propio código. “La fragmentación también retrasa. Deberían invitar a invertir, mostrar reglas claras y acompañar al que apuesta por generar empleo e infraestructura”.
Volver a Boedo y las organizaciones
El vínculo con San Lorenzo sigue presente. Aunque por ahora no ocupa roles institucionales, proyecta una posible participación a futuro. “Me llama la atención la gesta del estadio en Boedo. Esa obra une dos pasiones: el fútbol y la ciudad. No hoy, pero más adelante podría sumarme”.
Sobre su presente en medios, contó que participa como panelista en ESPN. “El fútbol también es mi terapia. Es mi lugar. Estoy cómodo. Hablamos de lo que nos apasiona. Me despeja. Pienso en edificios, después en partidos. Me oxigena”.
Vida familiar, crianza y vínculos reales
Padre de cinco hijos, dice que su rol en casa es más de escucha que de imposición. “No doy consejos. Prefiero observar y acompañar. No soy de decir ‘tenés que hacer esto’. Cada uno tiene su camino. Hay valores, claro, pero sin bajadas de línea”.
La vida de barrio también marca su rutina. Vive en Devoto, entrena en la plaza, juega al fútbol en el club Pacífico y participa de la vida barrial. “Hoy caminás por Devoto y parece Pinamar. Un café, un amigo, un vecino. Todo pasa en la vereda. Antes teníamos que ir a Palermo para vivir eso. Ahora está acá”.
La experiencia del vestuario en el mundo inmobiliario
Manusovich asegura que la experiencia en equipos de fútbol ofrece herramientas valiosas para otros ámbitos. “Un jugador entiende cómo funciona una organización. Conoce su rol. Aprende a ceder, a coordinar. Esa lógica me sirve todos los días”.
Subraya que dentro de una cancha no hay lugar para el ego. “El de al lado es tu compañero. Hay que colaborar para que todo funcione. Esa naturalidad es difícil de replicar en otros ámbitos. Pero en las organizaciones, si no se logra, todo cuesta más”.
Para él, el exfutbolista debería aprovechar ese bagaje. “Muchos no encuentran cómo reinsertarse. Y es una lástima. Porque tienen experiencia en convivencia, resiliencia y trabajo en equipo”.
El puente con la gastronomía
Además de la construcción, Manusovich mantiene una fuerte presencia en el rubro gastronómico. “Hoy los equipos ya tienen vida propia. A veces me entero de las reuniones. Pero sigo cerca. Es otro ritmo, más exigente. El real estate va a largo plazo. La gastronomía es inmediata”.
Uno de los proyectos actuales es Ruta Puerto, en el Bajo Porteño. También participa en iniciativas en Puertos de Escobar y otros polos comerciales. “Es otro tipo de inversión. Más rápida, más expuesta. Pero también muy atractiva”.

Advierte que en Argentina no existe aún una fuerte cultura de marca en ese rubro. “Recién ahora se empieza a hablar de franquicias y de valor simbólico. Pero falta. Aún se lo piensa como una ecuación simple: ingresos versus costos. Y es mucho más”.
El próximo paso
Al cierre de la entrevista, Manusovich evitó hablar de objetivos concretos, pero dejó entrever su estilo. “Hoy hay muchos proyectos en marcha: Nordelta, Uruguay, San Martín, la costa, Puerto Madero. Todo esto no lo hago solo. Nada se construye sin equipo. Siempre necesitás a alguien al lado”.
Insiste en que el proceso colectivo lo entusiasma más que el resultado individual. “Me gusta pensar, planificar, transformar. La construcción no es solo levantar paredes. Es generar algo que perdure, que mejore la vida cotidiana”.
Y concluyó: “Si alguien siente curiosidad por este mundo, que se acerque. No existe una fórmula única. Pero cuando hay pasión y equipo, siempre se puede avanzar”.