Al mirar hacia los orígenes, el Palacio Alcorta sorprende por su concepción industrial adelantada a su tiempo. Diseñado por Mario Palanti, el mismo arquitecto del Palacio Barolo, surgió como encargo de Resta Hermanos, concesionaria que comercializaba autos Chrysler. Su implantación en la manzana delimitada por Avenida Figueroa Alcorta, Ortiz de Ocampo, Martín Coronado y San Martín de Tours lo convirtió en un protagonista inmediato de Palermo Chico (también llamado Barrio Parque).
Su rasgo más impactante fue la pista circular de autos instalada en la terraza, conocida como Estadio Olimpo (Esta estructura circular en el techo funcionaba como prueba de vehículos al aire libre y se promocionó como el primer Palacio Autódromo).
Ese circuito, de 1.700 metros y con gradas para 3.000 espectadores, funcionó como escenario de pruebas y eventos sociales que asombraron a la sociedad porteña.

El concepto integraba ventas, talleres, repuestos y exhibiciones de vehículos en un mismo edificio, algo que en 1928 marcó una frontera entre la arquitectura tradicional y la industria moderna.
De la decadencia al remate y el salto inmobiliario
Después del impacto inicial, la historia tomó un giro abrupto. En 1931, la quiebra de Resta Hermanos apagó el espíritu automotriz del edificio. La pista dejó de utilizarse y la estructura pasó a manos del Ejército Argentino, que instaló allí dependencias del Comando de Arsenales y del Registro Nacional de Armas. Esa etapa extendida borró gran parte de la identidad original y empujó al inmueble a un uso exclusivamente administrativo.

El verdadero punto de inflexión ocurrió en los años 90. Tras décadas de ocupación estatal, el edificio llegó a remate a través del Banco Ciudad. Varias propuestas privadas intentaron reconvertirlo, incluso como shopping, pero la oposición de los vecinos desactivó aquel proyecto.

Finalmente, la empresa IRSA adquirió la manzana completa y emprendió la transformación que definió su destino: una reconversión integral hacia un complejo residencial de alta gama, a cargo del estudio MSGSSS.

Desde 1994, la estructura interior incorporó viviendas y oficinas, mientras que el antiguo circuito automotriz dio lugar a un jardín interno con pileta climatizada. Ese espacio, hoy corazón del conjunto, reemplaza la pista elevada que alguna vez convirtió al edificio en una rareza global.
Loft premium en el corazón de Palermo Chico
En el presente, el Palacio Alcorta destaca dentro de un entorno de residencias señoriales y casonas históricas, pero con un sello propio que se nutre de su origen industrial. La curva constante de sus pasillos, la doble altura, la luminosidad y los puentes internos generan un clima arquitectónico difícil de encontrar en otra parte de la ciudad.

Mateo García, director comercial residencial en Toribio Achával, describió esa singularidad con precisión: “El Palacio Alcorta se alza como una burbuja dentro de Palermo Chico, con lofts que le dan un carácter especial y moderno al icónico edificio”. Según García, la demanda mantiene un ritmo sostenido porque casi no existen comparables reales en el mercado. Por eso, señaló que quienes quieren vivir o trabajar allí suelen esperar el tiempo necesario para acceder a una unidad.
El atractivo no solo pasa por la estética. Jorge Yavícoli, de Lepore Propiedades, resaltó que cada planta ofrece un diseño distinto y que la ubicación, considerada una de las mejores de Palermo Chico, agrega un diferencial decisivo. “El público que elige este proyecto valora los espacios amplios, doble altura, luminosidad y modernidad que Palanti proyectó en su día”, sostuvo el especialista.

Al describir una unidad tipo, Yavícoli explicó que quien ingresa encuentra un gran ambiente abierto con vistas privilegiadas y un diseño que maximiza cada metro, integrando funciones y generando un clima de distinción. Para él, el complejo resulta ideal para una persona o una pareja que priorice confort y estilo en un edificio único.
Precios y exclusividad en el mercado actual
La oferta del Palacio Alcorta se ubica en el segmento más alto de Buenos Aires. Las unidades van de 90 m2 a 300 m2, con valores que oscilan entre USD 4000 y USD 5000 por metro cuadrado, cifras por encima del promedio de los departamentos usados de la zona, que rondan entre USD 3500 y USD 4000.

Las publicaciones recientes exhiben esa exclusividad:
– Un departamento de 155 m2 con dos suites y balcón aterrazado aparece a USD 800.000.
– Un loft de 100 m2 reciclado, con terraza y piscina propia, figura en USD 890.000.
– Otra unidad se ofrece en USD 610.000.
– Un dúplex de 168 m2, con piscina y quincho, se vende por USD 790.000.

Sobre este último caso, Yavícoli subrayó que la terraza con vistas abiertas y piscina privada constituye el rasgo que más lo distingue frente al resto del complejo.
En alquiler, los valores también reflejan la demanda premium: las publicaciones mencionan cifras de USD 5.000 a USD 6.500 mensuales.

Según Yavícoli, el tiempo de comercialización se ubica en plazos medios y la plaza porteña sigue atrayendo a compradores y usuarios extranjeros con poder adquisitivo alto.
Su semejanza con otro palacio en Italia
El Palacio Alcorta no fue un fenómeno aislado dentro de la arquitectura industrial del siglo XX. Su famosa pista de autos en la terraza tenía un antecedente directo: el Edificio Lingotto, en Turín, considerado su “hermano mayor” por concepto y escala. Aquella obra italiana, perteneciente a la fábrica de automóviles Fiat, marcó un antes y un después en la manera de vincular producción, ingeniería y diseño urbano.

Ese edificio, construido entre 1916 y 1923, llevó al extremo la idea de una planta fabril vertical. Cada piso cumplía una función dentro del proceso productivo y el automóvil iba avanzando a medida que ascendía por la estructura, hasta llegar al nivel superior.
Sobre la terraza se extendía una pista de pruebas que cerraba el circuito y permitía testear los vehículos recién fabricados.

El diseño, a cargo de Giacomo Mattè-Trucco, mostraba una audacia técnica inédita para su época y convirtió al Lingotto en un emblema mundial de la arquitectura industrial. Su pista curva de 2,4 kilómetros se transformó en un ícono cultural y en el antecedente directo que años más tarde inspiró el concepto del Palacio Alcorta en Buenos Aires, donde la velocidad y la innovación también encontraron espacio en la altura.
Las curvas que narran una historia
El paso del tiempo dejó marcas visibles en la estructura, pero la recuperación respetó los rasgos esenciales del edificio. Joaquín Manuel Castro, investigador de patrimonio urbano (en redes sociales es el creador de Buenos Aires al Paso), analizó la reconversión y destacó la persistencia de las curvas internas, los puentes y los elementos industriales que recuerdan su pasado automotriz.

Castro señaló que la fachada conserva el estilo clásico de Palanti, ornamentado y coherente con su obra anterior, mientras que los interiores adoptan un lenguaje contemporáneo que convive con la geometría original. El jardín central, que reemplaza la pista, funciona como pulmón verde y espacio de amenities, con departamentos que balconean hacia ese sector.

En su reflexión final, Castro concluyó que el Palacio Alcorta simboliza cómo una pieza de la industria del siglo pasado puede reinventarse sin borrar su esencia y convertirse en una referencia residencial de lujo en Buenos Aires.
(*) Con fotos de Lepore Propietario, Archivo, @buenosairesalpaso IG y Torqui Propiedades