En el streaming de Ladrillo.Info, conducido por Federico Miqueo, el cruce de un nuevo debate (puede seguirse en Youtube) enfrentó dos perspectivas que hoy marcan decisiones de mercado. Juan Pablo Rudoni, presidente de Ecosan y de la Cámara Argentina de Construcción Modular e Industrializada (CACMI), defendió la industrialización como respuesta a plazos y control. Federico De Rosso, arquitecto y cofundador de Remodelatucasa.ok, planteó que la remodelación exige adaptación a contextos existentes y que muchas sorpresas aparecen solo en obra.
De Rosso, en 27 años de carrera se desarrolló en grandes estudios proyectando edificios de propiedad horizontal, casas particulares en todas la técnicas (incluidas piedra y madera) y terminales aeroportuarias y desde hace 17 años se especializa en ampliaciones y remodelaciones dentro de la organización que desarrolló junto a 2 socios y que superó las 1.000 obras entregadas
La charla no decretó un vencedor; ofreció criterios para elegir según el encargo. El intercambio ofreció datos concretos, ejemplos de obra y consejos prácticos para quien decide invertir o proyectar.
Qué es el sistema modular industrializado
Rudoni presentó la construcción modular como un proceso productivo completo dentro de una nave industrial. Contó que, en su experiencia, gran parte del trabajo se concreta en planta y que la unidad llega al terreno prácticamente terminada para la puesta en obra.
Mencionó una nave propia de 10.000 m2 con una línea de montaje de 210 metros, donde el proceso arranca desde perfiles de chapa y culmina con una vivienda o departamento listo para cargar en un camión. Ese enfoque convierte la obra en producto: escueta definición de alcance, presupuesto y plazo antes de iniciar la fabricación.
Limitaciones y aporte de la remodelación
De Rosso ubicó su práctica en la intervención sobre casas habitadas. Explicó que la existencia de una carcasa previa reduce la posibilidad de prefabricación porque cada casa es un caso distinto. Relató hallazgos que cambian presupuestos: cocinas montadas sobre vacíos bajo contrapiso, tanques de material en el subsuelo y otras sorpresas que obligan a modificar el plan y aumentar costos.

El mensaje fue claro: la teoría que se enseña en la facultad cobra valor solo cuando el profesional se enfrenta con lo real, con el ladrillo mojado y con medidas que solo la obra permite verificar.
Tiempo y previsibilidad como factores decisivos
Ambos coinciden en que el tiempo pesa. Rudoni subrayó que la ventaja principal del modular es el acortamiento del plazo y la previsibilidad. Puso ejemplos de demanda: edificios de mediana densidad —mencionó uno de 50 departamentos en tres niveles— y cotizaciones para hoteles de 80 y 200 habitaciones.
Para la hotelería, el tiempo equivale a dinero: un proyecto que termine en dos años genera retorno más rápido que uno que tarde cuatro. De Rosso señaló que la remodelación responde a otra lógica: muchas intervenciones en la clase media buscan resolver necesidades en plazos de entre dos y ocho meses; ese esquema favorece a empresas que garantizan plazos y montos cerrados.
Precio y control del presupuesto
Rudoni defendió la venta por producto: si el cliente no pide cambios, el precio no se mueve. Esa condición resulta atractiva en contextos de alta volatilidad. De Rosso recordó que, en la reforma, la precisión absoluta surge solo tras una inspección profunda; abrir una pared puede descubrir obligaciones desconocidas que elevan el monto.
Los dos expusieron una regla práctica: proyectos cortos y bien definidos facilitan el control del flujo de fondos; proyectos largos requieren fideicomisos u otros mecanismos para transferir riesgo.
Cambio en la cadena de suministros
Rudoni admitió un viraje en los últimos años: mientras antes buena parte de los insumos era nacional, en los últimos dos años la proporción importada subió hasta ubicarse entre 45 y 50%. El motivo: mejor calidad y precios competitivos en determinados terminados, desde grifería hasta pisos SPC (SPC, Stone Plastic Composite, significa Compuesto de Piedra y Plástico. Es un tipo de piso vinílico rígido fabricado con una mezcla de polvo de piedra caliza, PVC y estabilizantes) y revestimientos exteriores.
De Rosso apuntó que la obra tradicional conserva mayor proporción de insumos locales, aspecto que reduce dependencia logística pero no evita los problemas de oficio que aparecen en la obra.
Durabilidad y mantenimiento: desmontar mitos
El debate abordó la vieja noción de que el ladrillo dura para siempre. De Rosso explicó que el espesor de muros tradicionales funciona como barrera física contra la humedad; citó paredes de casas estilo chorizo con 45 cm que retardan la llegada del agua. Rudoni replicó que el criterio de durabilidad depende de diseño, ingeniería y ejecución.

En la industria modular, el proyecto sale con documentación digital en Revit (es un software de modelado de información de construcción, BIM, desarrollado por Autodesk) y con manuales virtuales que facilitan localizar circuitos eléctricos o cañerías ante un problema. Ambos concluyeron que cualquier sistema exige mantenimiento: el error no reside en el material sino en la falta de cuidado y en la mala ejecución.
Barreras culturales y técnicas de integración
La resistencia local al modular tiene un componente cultural. Rudoni evocó la costumbre de “golpear la pared” para comprobar solidez. Señaló, sin embargo, un cambio postpandemia: nuevas generaciones valoran atributos como eficiencia térmica y respuesta energética, rasgos donde la industrialización ofrece ventajas. Técnicamente, el punto crítico aparece en la unión entre tecnologías.
De Rosso detalló que faltan piezas y protocolos para juntar módulos con mampostería; cuando se relaja ese diseño aparecen errores en juntas, filtraciones y fallas de estanqueidad. El desafío técnico es garantizar un encuentro correcto entre sistemas.
Rudoni apeló a la exposición de producto como herramienta de persuasión. Mencionó la casa de Gran Hermano —900 m2 entregados en 45 días— y los hospitales modulares desplegados en pandemia como hitos que cambiaron percepciones. Afirmó que no existe persona que visite una planta y siga creyendo que un módulo es equivalente a un container improvisado. La demostración in situ, dijo, funciona mejor que mil explicaciones.
Formación, profesionalización y consejos
Rudoni resaltó la demanda académica: el posgrado de construcción modular que organizaron con CACMI y la UVA alcanzó 41 inscriptos cuando el estándar de primer año para ese tipo de programas ronda 12 o 14. La cifra mostró interés profesional y necesidad de cerrar brechas de conocimiento. Ambos recomendaron incorporar modelos digitales (Revit) en proyectos y revalidar prácticas de obra para que el mercado gane confianza.

Ver la planta antes de firmar. Exigir documentación técnica y manuales de mantenimiento. Pedir modelos en formato digital que detallen instalaciones. Valorar la experiencia del equipo en obras similares, en particular cuando el proyecto combine módulos y mampostería.
Para profesionales jóvenes: sumar experiencia en obra antes de asumir responsabilidad total de un proyecto. Para inversores: exigir clausulas que definan alcance, plazos y ajustes por solicitud de adicionales.
Analizar bien
No existe un sistema universalmente superior. La opción correcta depende del encargo, del plazo disponible, del riesgo que el propietario acepte y del equipo que ejecute la obra. La discusión en Ladrillo.Info dejó herramientas concretas para decidir sin prejuicios: datos sobre plazos y capacidad de producción, ejemplos de obra terminada y recomendaciones de formación técnica.
Quien evalúe un proyecto debe comparar alternativas sobre criterios técnicos y financieros, visitar plantas, revisar documentación y exigir garantías que permitan medir el cumplimiento frente al contrato. De ese modo, el mercado podrá combinar la solidez del pasado con la agilidad de la fábrica.