En el norte de la ciudad de Buenos Aires, entre las avenidas Luis María Campos, Del Libertador y Arce, se ubican dos pasajes que, aunque breves en extensión, lideran el ranking de cotizaciones inmobiliarias. Se trata de Volta y Malasia, dos calles con trazas irregulares y aire europeo, escondidas en la zona de Las Cañitas, a pasos de la Abadía de San Benito. Allí, las viviendas combinan historia, diseño, privacidad y una demanda que no deja de crecer.
El atractivo principal radica en la conjunción de varios factores: casonas de más de cien años con fachadas Tudor, renacentistas o italianas; terrenos amplios con jardines, cocheras y piletas; y una ubicación privilegiada, en una zona arbolada, silenciosa y de fácil acceso.
“Volta y Malasia integran un mercado muy particular. Tienen una impronta patrimonial y una demanda establecida que prioriza el estilo de vida de casa sin resignar conectividad ni servicios”, afirmó Martín Pinus, titular de Martín Pinus Real Estate. Según detalló, estas propiedades “no solo son valoradas por su estética, sino también por la historia que las rodea y por el entorno barrial consolidado que las contiene”.
En el Pasaje Volta, los inmuebles conviven entre estilos italianos, ingleses y modernistas. La protección patrimonial impide construir en altura o alterar fachadas originales. Las aceras deben mantenerse intactas y las construcciones no pueden superar los siete metros. Esta normativa asegura que el perfil urbano permanezca inalterado y refuerza la percepción de exclusividad.
Una de las viviendas más emblemáticas del pasaje conserva su fachada Tudor y fue completamente renovada en el interior para adaptarse a criterios de diseño contemporáneo. “Ese equilibrio entre tradición y confort moderno es lo que buscan muchos compradores. Son casas únicas, que no tienen equivalente en otra parte de la ciudad”, explicó Pinus.
En valores
Los precios acompañan ese nivel de demanda. Según las estimaciones de operadores del sector, el valor de venta de una propiedad en estos pasajes parte de los USD 4.000 por metro cuadrado y puede superar ampliamente esa cifra según superficie, estado, diseño y amenities. Las casas de más de 100 metros cuadrados superan los USD 350.000 y en algunos casos alcanzan valores cercanos al millón de dólares.

En el mercado de alquiler, los valores también se posicionan entre los más altos de la ciudad. Las viviendas con pileta, quincho o detalles de terminación de alta gama pueden superar los USD 5.000 mensuales. “No se trata solo del espacio, sino de la experiencia. Vivir en una casa en Malasia o Volta implica privacidad, silencio, diseño, historia y una calidad de vida difícil de encontrar en entornos urbanos densificados”, subrayó Pinus.
Las casas no solo capturan la atención de compradores e inquilinos locales. Muchos diplomáticos, empresarios extranjeros y figuras públicas eligen esta zona por su cercanía con embajadas, colegios internacionales, restaurantes de autor y espacios verdes. La posibilidad de vivir en una vivienda con historia, a metros del centro porteño, se convierte en un diferencial.
Lo habitó una famosa
Además del aspecto inmobiliario, la dimensión patrimonial refuerza el valor simbólico de estos espacios. En el Pasaje Volta vivió parte de su infancia María Elena Walsh. Malasia, por su parte, alberga obras firmadas por el arquitecto Estanislao Pirovano, como la casa de estilo barroco arequipeño ubicada en el número 854, y otras fachadas florentinas y Tudor protegidas por su valor cultural.
Pablo Bedrossian, estudioso del patrimonio barrial y quien realiza su propio blog, explicó que estos pasajes “representan oasis urbanos, lugares detenidos en el tiempo que condensan una estética arquitectónica que remite directamente a Europa”. Destacó también que Malasia, junto con la avenida Melián en Belgrano R, Arroyo en Retiro y Juez Tedín en Palermo Chico, forma parte del reducido grupo de calles que combinan refinamiento y serenidad en el entramado porteño.
En ambos pasajes se observa una constante: baja rotación de propietarios. “Quienes compran aquí no venden. Las operaciones se realizan con cuentagotas y, en general, los inmuebles se heredan o se transmiten dentro del círculo familiar. Eso reduce la oferta y tensiona al alza los valores”, explicó Pinus. Según indicó, la demanda sigue activa a pesar del contexto macroeconómico volátil y del endurecimiento de las condiciones crediticias.
Otro de los rasgos que consolidó a esta zona como polo de vivienda exclusiva es la existencia de áreas de protección histórica (APH) y distritos de arquitectura especial (DAE) creados por el Gobierno porteño. Estas normativas impiden demoliciones, refuerzan la conservación de fachadas y limitan la altura máxima de edificación, factores que preservan el perfil original del barrio.

“La ciudad avanza en vertical, pero estos rincones resisten. Y no solo resisten, se valorizan. El suelo se vuelve cada vez más escaso y estas viviendas ganan prestigio porque son irrepetibles. No se construyen más”, sintetizó Pinus.
Las casas en Volta y Malasia también despiertan el interés de productores audiovisuales, fotógrafos y medios extranjeros, que suelen utilizarlas como locaciones. Las paredes con ladrillo a la vista, los vitrales, las rejas de hierro forjado y las galerías floridas ofrecen un telón de fondo ideal para retratar escenas que parecen ocurrir en otra ciudad.
Con apenas 100 metros de extensión cada uno, estos pasajes se volvieron íconos del lujo porteño. No figuran en rankings turísticos ni aparecen en las guías convencionales, pero concentran algunas de las propiedades más valiosas del país. Allí, el metro cuadrado no solo se paga en dólares, sino también en historia, identidad y exclusividad.