La demanda de espacios de coworking en Buenos Aires y en las principales ciudades del país continúa en ascenso. Tras la pandemia, empresas y profesionales se volcaron hacia alternativas flexibles, accesibles y sin compromisos a largo plazo.
El formato híbrido consolidado desplazó parte del home office y estimuló la búsqueda de lugares bien localizados, con servicios incluidos y comunidad activa. Hoy, el coworking no es un recurso marginal para freelancers o startups: se transformó en una herramienta estratégica de gestión laboral.
El modelo dejó de ser transitorio para convertirse en parte del mercado inmobiliario corporativo. Profesionales independientes, pequeñas y medianas empresas, así como equipos de grandes corporaciones, optan por escritorios individuales, oficinas privadas o membresías para acceder a distintas sedes. La clave está en combinar flexibilidad contractual, infraestructura lista para usar y servicios all inclusive, que abarcan internet, limpieza, call rooms, cafetería y áreas comunes.
Cambio cultural y precios
El fenómeno se explica por un cambio cultural y económico. El home office forzado durante la crisis sanitaria dio paso a un esquema híbrido que se mantuvo en el tiempo. Según detalló Julieta Cumbo, Growth Marketing Manager (gerenta de marketing de crecimiento) de HIT, “en nuestra compañía el coworking no es solo un espacio, es una forma de ver y vivir el trabajo. No creemos en estructuras rígidas ni contratos eternos, creemos en adaptarnos al ritmo de cada equipo”. HIT ofrece desde escritorios por jornada hasta oficinas privadas de gran escala, con la posibilidad de utilizar sus sedes de manera flexible.
Los precios acompañan la expansión. Se pueden encontrar planes desde USD 100 mensuales por puesto con servicio all inclusive, que incluye internet de alta velocidad, limpieza, seguridad, salas de reuniones y cafetería. En el caso de La Maquinita Co., los valores parten desde $44.000 más IVA por puesto individual, con acceso a todas las áreas comunes y actividades de networking.

Estas cifras contrastan con el mercado de oficinas corporativas tradicionales, donde el alquiler de una superficie categoría A promedia los USD 22 por metro cuadrado más IVA en zonas como Palermo o Núñez y unos USD 12 en el Microcentro, lo que implica compromisos más costosos y de mayor plazo.
Desde un día a varios meses o años
La flexibilidad es el rasgo central. El modelo permite alquilar desde un día hasta varios meses o años, sin garantías exigentes ni gastos de adecuación. Juan Manuel Otero, CEO de La Maquinita Co., sostuvo que “hoy las personas buscan flexibilidad, comunidad, diseño, buena ubicación y todo resuelto en un mismo lugar”. La firma cuenta con siete sedes en el país y más de 800 empresas utilizan sus espacios, lo que refleja la diversidad de un público que se amplió tras la pandemia.
Mariana Stange, de Mariana Stange Real Estate, señaló que “es un modelo de oficina compartida, flexible y de rápida contratación, que permite acceder a espacios equipados sin necesidad de inversión inicial. Es una alternativa muy ágil, especialmente en etapas tempranas de proyectos o cuando se requiere espacio por un tiempo limitado”.

Para Stange, la demanda se apoya en startups, estudios profesionales, freelancers y compañías en expansión, pero también en grandes corporaciones que arman equipos satélite cerca de clientes o proyectos específicos.
En donde se propaga su uso
En América Latina, el fenómeno también ganó terreno. La digitalización, la necesidad de operar sin compromisos de largo plazo y la búsqueda de soluciones accesibles impulsaron el crecimiento. La flexibilidad se volvió clave en un contexto económico volátil y con dificultades de financiamiento. “El coworking responde a eso de forma eficaz”, evaluó Stange.
Un dato central es que, en la etapa post pandemia, el coworking logró imponerse sobre el mercado de oficinas tradicionales, que todavía no logra recuperarse. Según datos publicados del sector, la tasa de vacancia en edificios corporativos premium de la Ciudad de Buenos Aires se mantiene en niveles elevados, mientras los espacios flexibles alcanzan promedios de ocupación del 80 % y superiores. La diferencia muestra cómo el formato compartido se adaptó mejor a la nueva normalidad laboral, mientras el segmento tradicional continúa golpeado y con renegociaciones de contratos.
El caso de una de las compañías globales pioneras en coworking ilustra este proceso. Tras declararse en quiebra en Estados Unidos en noviembre de 2023, sus operaciones en América Latina continuaron activas. En 2024 la firma recompró su negocio regional y reorientó la estrategia hacia la rentabilidad.

En Argentina, logró récord de ocupación en 2023, con un incremento del 22 % interanual, y superó el 80 % en 2024 y 2025, con 4.746 miembros activos y más de 500 empresas distribuidas en cuatro sedes porteñas . El giro estratégico, enfocado en eficiencia antes que en expansión agresiva, marcó un punto de inflexión en el sector.
El futuro
Los beneficios inmediatos explican el crecimiento sostenido: ahorro de costos frente a una oficina tradicional, contratos más simples, comunidad profesional y servicios integrales que incluyen desde salas de reuniones hasta áreas de bienestar. Además, el coworking se convirtió en un factor de atracción de talento, al ofrecer espacios modernos y bien localizados que complementan las estructuras corporativas.

Las proyecciones apuntan a que el coworking mantendrá su vigencia como parte estable del ecosistema inmobiliario corporativo. La flexibilidad contractual y la posibilidad de ajustar costos mes a mes resultan especialmente atractivas en contextos de incertidumbre. La visión de los especialistas coincide en que coworking y oficina tradicional no son excluyentes, sino complementarios, pero el primero se posiciona como el modelo dominante en la etapa actual.
Cumbo afirmó: “El trabajo cambió. Ya no se trata de ir a la oficina, sino de encontrar espacios que sumen, inspiren y se adapten”.
Mientras que Otero concluyó que su apuesta pasa «por abrir sedes donde la demanda lo requiera y ofrecer experiencias que vayan más allá de un escritorio».