En un mercado históricamente dominado por inmobiliarias tradicionales y, desde hace dos décadas, por franquicias internacionales, comienza a consolidarse en Argentina una “Tercera Vía”. Se trata de modelos que ponen el foco en la independencia del corredor, priorizan la marca personal y utilizan innovación tecnológica para escalar.
Vitales en un escenario de recuperación de la compra venta, que hasta julio superó las 100.000 escrituras entre CABA y la provincia de Buenos Aires, según datos de los Colegios de Escribanos de ambos distritos.
Cuatro casos —Deinmobiliarios, La Comu, Comunidad Futura y La Inmo— muestran por qué este camino alternativo empieza a ganar terreno.
La bandera blanca
Santiago Magnin, fundador de Deinmobiliarios, introdujo en Buenos Aires el concepto de “bandera blanca”, un modelo consolidado en Estados Unidos. “Las marcas que importan son las de los corredores híbridos adheridos, no la nuestra”, explicó. “El cliente opera con su inmobiliaria de confianza sin saber que está dentro de la red. Nosotros trabajamos en las sombras para darle más valor: fotos profesionales, recorridos 360°, posicionamiento en portales y leads de calidad”.
El diferencial está en la independencia del agente y en un esquema de comisiones flexible. Desde el inicio, el corredor recibe un 70% y puede alcanzar el 100% después de cierto nivel de producción. “Las franquicias se apoyan en la marca madre y en un modelo rígido. Nosotros potenciamos la marca propia de cada corredor y multiplicamos su exposición con tecnología y marketing”, sostuvo Magnin.
Neurociencias y colaboración
Desde La Plata, La Comu se define como la primera “NeuroRed inmobiliaria” del país. Creada por Andrés Zarasola, combina neurociencias, economía colaborativa y gestión inmobiliaria de alto rendimiento. “Nuestro diferencial no es solo tecnológico: es cultural, emocional y estratégico”, afirmó su fundador.

El modelo se organiza en dos unidades. Por un lado, la red de Expertos Inmobiliarios, donde martilleros independientes conservan su marca y se integran a la red. Por otro, el Club de Negocios, un espacio de colaboración con profesionales de otras áreas —escribanos, desarrolladores, proveedores— que generan sinergias y nuevos negocios. Con ruedas semanales, formación en neuroventas y un portal propio, La Comu busca “construir un puente entre el martillero tradicional y el mundo del alto rendimiento”.
Ya con presencia en la Ciudad de Buenos Aires y otras localidades, el grupo proyecta expandirse a México, un país con fuerte foco en la construcción y el Real Estate.
Procesos compartidos y foco en lo esencial
En Rosario, Comunidad Futura propone un esquema cooperativo liderado por Diego Barriera. Cada profesional conserva su marca pero accede a procesos, tecnología y producción audiovisual de calidad. “El 80% de las inmobiliarias nunca supera los tres agentes. Hay hartazgo con el modelo franquicia: altos costos, baja rentabilidad y pérdida de identidad. Nosotros ofrecemos estándares y soporte, pero sin fee hundido ni manuales rígidos”, señaló Barriera.
El costo no es un canon fijo, sino un Fondo de Integración Devolutivo (FID) que funciona como garantía productiva. El acceso a inteligencia artificial aplicada —tasadores automáticos, analizadores de calidad de publicaciones y CRM propio— junto con marketing centralizado, permite que el corredor concentre su tiempo en lo esencial. “El profesional dedica su tiempo solo al 20% de las actividades que generan el 80% de los resultados. Todo lo demás lo cubre la comunidad”, agregó.
La Inmo: productividad y marca personal
En Córdoba, La Inmo se presenta como una red de servicios para inmobiliarias con foco en productividad. Bajo la dirección de Nicolás Casas, combina entrenamiento diario, acceso a oficinas premium y un staff de marketing de ocho personas que trabajan para potenciar la marca personal de cada asociado.
“No es un modelo de volumen, es personalizado. El profesional dispone de portales con su propia marca, fotografía, video, campañas digitales y acceso a desarrollos exclusivos”, explicó Casas.

El esquema es simple: los asociados entregan el 25% de su facturación a cambio de un soporte integral. Sostuvo: “Acompañamos a profesionales productivos y les acortamos el camino hacia el éxito. Es replicable en cualquier lugar del mundo”.
Un denominador común: independencia y valor agregado
Aunque cada propuesta tiene su propio ADN, todas coinciden en una premisa: la independencia del corredor es central, y la tecnología y el marketing son las palancas que permiten escalar sin perder identidad.
Mientras las franquicias tradicionales apuestan a la marca madre y a estructuras rígidas, esta nueva generación se apoya en redes flexibles, colaborativas y con fuerte base tecnológica. Magnin apuntó: “En Argentina estamos 10 años atrás de lo que ya pasa en Estados Unidos, donde modelos como Side ya son top 10 en el negocio inmobiliario”.
La tendencia parece clara: los corredores independientes buscan mantener su marca y no resignar comisiones. El mercado, cada vez más competitivo, exige profesionalismo, procesos y diferenciación. La “Tercera Vía” combina lo mejor de ambos mundos: la autonomía del corredor y la potencia de una comunidad que respalda con servicios de valor.