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agosto 2, 2025 2:42 am

El Rulero de Palermo: el edificio brutalista que marcó a El Eternauta, cuanto valen las viviendas allí

• mayo 9, 2025

Con 102 metros de altura y una silueta brutalista que domina el norte porteño, la Torre Dorrego volvió al centro de la escena por su aparición en la serie El Eternauta, protagonizada por Ricardo Darín. Emblema del racionalismo urbano y ubicada a pasos de Las Cañitas, hoy concentra departamentos en venta y alquiler con vistas panorámicas y precios que superan los USD 300.000

La Torre Dorrego, de forma circular y de estilo Brutalista en arquitectura, ahora famoso por El Eternauta, la serie de Netflix

Cerca del Regimiento de Patricios, y sobre la Avenida Dorrego al 2700 y próxima a la Avenida Luis María Campos, la mole semicircular de hormigón es uno de los emblemas del brutalismo porteño. Concentra 240 departamentos distribuidos en una torre de 102 metros de altura. Medio siglo después de su construcción, la Torre Dorrego volvió a ser tema de conversación: ahora es reconocida por millones de espectadores como parte del paisaje de El Eternauta, la serie protagonizada por Ricardo Darín que se estrenó en Netflix y es un exitazo.

Con su figura cilíndrica, su piel de hormigón expuesto y una ubicación estratégica también conocido como «El Rulero de Palermo», este edificio se consolidó como una de las piezas más características del brutalismo residencial en la ciudad.

Su presencia disruptiva —en contraste con el perfil tradicional de casas bajas— redefinió el horizonte urbano de la zona norte porteña. Construida entre 1968 y 1971, su reaparición en pantalla no solo reactivó el interés general, sino también el inmobiliario: hoy varias unidades están en venta o alquiler, con nuevas miradas sobre su valor simbólico y arquitectónico.

Un bloque con historia

Promovida por la cooperativa C.A.P.A.Y.B.I. —integrada por oficiales del Ejército— la Torre Dorrego fue concebida como una solución de vivienda colectiva de calidad. Con 30 pisos, dos subsuelos y una planta circular replicada en altura, ofrecía a cada unidad condiciones similares: distancia equidistante a los ascensores, luz natural y vistas abiertas. Los arquitectos Luis T. Caffarini, Alfredo Joselevich y Alberto Ricur diseñaron una estructura que ocupa apenas el 25% del terreno, reservando el resto para jardines, espacios comunes y áreas de acceso. La construcción quedó en manos de las firmas Polledo S.A. y Roberto Servente, bajo coordinación del ingeniero Aníbal Petersen.

Su estructura semi circular impacta

Según Moderna Buenos Aires, programa del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU), la torre es uno de los exponentes más sólidos del brutalismo local.

Su estructura de hormigón armado a la vista responde a una lógica funcionalista: maximizar superficie habitable, evitar jerarquías entre propietarios y reforzar el vínculo visual con el entorno natural, en especial con los Bosques de Palermo y el Río de la Plata.

Brutalismo porteño y ciudad planificada

Nacido en la Europa de posguerra, el brutalismo arquitectónico fue una respuesta directa a la necesidad urgente de viviendas. Se apoyó en el uso de materiales sin revestimiento, estructuras masivas y soluciones técnicas repetibles. En Buenos Aires, su adopción se dio en otro contexto: no como reconstrucción, sino como apuesta por una ciudad planificada. De allí surgieron edificios como la Biblioteca Nacional o el ex Banco de Londres —obra de Clorindo Testa y el estudio SEPRA— que trasladaron ese lenguaje a la escala monumental porteña.

Vista desde otro ángulo

La Torre Dorrego adoptó esos principios pero les sumó criterios de habitabilidad. Todos los departamentos principales cuentan con luz y ventilación directa. La circulación vertical se organiza en núcleos independientes. El brutalismo, en este caso, no buscó solo impactar, sino estructurar una experiencia urbana colectiva y racional.

Aún así, como advierte el arquitecto Fernando Lorenzi del Estudio INFILL, su escala y su geometría generan tensiones urbanas.

Zona de acceso al inmueble

“Es un objeto aislado, que impone su presencia sin integrarse del todo a la trama del barrio. Esa falta de diálogo es una de las críticas frecuentes al brutalismo porteño, donde el concepto original de brut —mostrar la materia prima— muchas veces se distorsionó en favor de la espectacularidad”, señala.

Una torre que encarna la idea de refugio

En la adaptación de El Eternauta, basada en la historieta de Héctor Germán Oesterheld, la Torre Dorrego aparece como telón de fondo de un Buenos Aires desolado, cubierto por una nevada mortal. Para Lorenzi, no se trata solo de una elección estética.

La torre, con capacidad para más de 1.100 personas, funciona como una “población urbana agrupada” (PUA), en la que la organización interna y la vida colectiva remiten al eje dramático central de la obra: la necesidad de agruparse para resistir.

La parte que une a Ricardo Darín, quien personifica a El Eternauta, y de fondo el Rulo de Palermo

“Yo no vivo en el mundo… vivo en mi casa”, dice un personaje de The Front, citado por Lorenzi, sintetizando esa idea de refugio frente a la amenaza exterior.

Del prejuicio al redescubrimiento

En redes sociales y plataformas de arquitectura, la Torre Dorrego se convirtió en una figura recurrente. “La morfología semicilíndrica y la repetición de ventanas generan un impacto visual muy fuerte. Desde lejos parece un círculo perfecto; de cerca se revelan sombras, aristas, texturas”, explicó Ignacio Nicolás Berardi, creador del proyecto Buenos Aires Arquitectura en Instagram.

Fue el edificio más alto del barrio al poco tiempo de estrenarse en 1971

Berardi también celebró que el edificio, antes ajeno al radar de muchos porteños, se resignificara gracias a su aparición en la serie: “Había gente que no sabía que existía. Lo veían como una mole agresiva sobre el barrio. Ahora lo redescubren como locación icónica, parte de una producción que va a quedar en la historia”.

La mole de hormigón y su sociedad con lo inmobiliario

Con su historia, su escala y una ubicación estratégica, la Torre Dorrego mantiene un atractivo particular en Palermo. Su volumetría singular, su valor arquitectónico y su emplazamiento a pasos de Las Cañitas refuerzan el diferencial frente a otras propiedades de la zona. Algunas unidades fueron renovadas y sumaron confort, mientras otras conservan su diseño original, con posibilidades de actualización.

Uno de los departamentos en venta allí

Raquel Temperan, de BEIT Propiedades, mencionó que una unidad de 120 m2, con cuatro ambientes y dos baños, se ofrece a USD 300.000. Con expensas a partir de $250.000, el departamento incluye doble circulación, balcón integrado al comedor y una barra de bebidas. Desde el piso 30, la vista panorámica abarca los Bosques de Palermo, el río y el perfil urbano de Buenos Aires. “Desde cada ambiente se observa una postal distinta, según la hora y el clima”, señaló.

La mayoría de las unidades son de tres y cuatro ambientes. Otra propiedad, de 152 m², con tres dormitorios, tres baños y cochera fija, se publica a USD 329.000. Según Florencia Speroni, de Barrancas Propiedades, la unidad cuenta con vista abierta, balcón cerrado que amplía el living y una baulera.

“A pesar de conservar su estado original, tiene margen para mejoras: se puede integrar la dependencia a la cocina o sumar un toilette para visitas”, dijo. La cochera, en un barrio con alta demanda y poca oferta de estacionamiento, representa un valor clave.

La cocina de una vivienda en alquiler, algunas propiedades fueron refaccionadas

En el mercado de alquiler, una unidad de 185 m2, con cuatro ambientes, tres dormitorios, dependencia y dos baños, se ofrece a USD 1.000 mensuales, con contrato mínimo de cuatro meses.

La propiedad, parcialmente amoblada, tiene vista abierta hacia la avenida Luis María Campos y la Iglesia Santa Adela. Su amplitud y luminosidad la posicionan como una opción buscada por familias, profesionales y estudiantes que valoran superficie, ubicación y conectividad directa.

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